Neuronutrición

Neuronutrición

En todas las etapas de desarrollo del sistema nervioso humano, la nutrición juega un rol fundamental; es esencial en su fisiología y tiene un carácter determinante en su fisiopatología, razón por la cual nace la Neuronutrición, integrada por las neurociencias y las ciencias de la alimentación y la nutrición, encargada de estudiar la influencia de elementos nutricionales en el desarrollo y comportamiento cerebral. A nivel del Sistema Nervioso Central o Periférico, se puede y se debe intervenir nutricionalmente.

Iniciemos recordando las consecuencias catastróficas que generan desequilibrios nutricionales intra útero: desarrollo mental deficiente por carencias de yodo, defectos del tubo neural por deficiencia de folato, rombencéfalo pequeño por déficit de ácido retinoico, defectos craneofaciales relacionados al Síndrome de Smith-Lemli-Opitz (relativo a la síntesis de colesterol) y daños en la encefalogénesis por la deficiencia de Omega 3 producto de mutación del gen “mfsd2a”(Fig. 1).1

Figura 1: (Izquierda) Cerebro con expresión normal del gen Mfsd2a. (Derecha) Cerebro con mutación del gen Mfd2a que codifica para los receptores de Omega 3.

Así mismo, la neurona (unidad funcional del sistema nervioso), sería ineficaz sin las neuroglias quienes le brindan soporte estructural, nutrición, reparación, información y mielina. Los cultivos experimentales de neuronas no prosperan en ausencia de células gliales(Fig. 2).2

Figura 2: Neurona y neuroglias.

Con ello, es relevante tener presente el carácter nutricional que comporta la biosíntesis de los neurotransmisores, corazones de toda comunicación inter-neuronal: La Dopamina es formada a partir de fenilalanina y Vitamina B6, la acetilcolina resulta de colina y acetil coenzima A, la adrenalina (y posteriormente noradrenalina) inicia su síntesis con tirosina, el ácido glutámico origina GABA, y la formación de serotonina requiere de triptófano.

Respecto a las enfermedades relacionadas al sistema nervioso central resaltamos la Enfermedad de Alzheimer y la Enfermedad de Parkinson: ambas patologías degenerativas y neurometabólicas; la primera relacionada a atrición neural, declinación de factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés), descenso de la hormona de crecimiento, deterioro de la función mitocondrial, acumulación de detritus celular (lipofusina) y acumulación de sustancia amiloidea; y la segunda vinculada a disminución de la síntesis de dopamina más aumento del estrés oxidativo.3,4,5,6.

Es propicio enfatizar, que el cerebro envejecido enfrenta un declive crónico en su absorción de glucosa, circunstancia que caracteriza el deterioro cognitivo leve de la fase prodrómica de la enfermedad de Alzheimer. La tomografía por emisión de positrones con un trazador de cetonas (acetoacetato de 11C) muestran que a diferencia de la glucosa, la absorción de cetonas cerebrales es normal durante el envejecimiento, el deterioro cognitivo leve y la enfermedad de Alzheimer(Fig.3).

Figura 3: La absorción de glucosa fue 9% menor en Enfermedad de Alzheimer leve en comparación con los controles cognitivos normales de igual edad. Así mismo, en adultos mayores sanos en comparación con adultos más jóvenes. Contrariamente, la absorción de cetonas en el cerebro no difería significativamente entre los grupos.7

El grueso de la bibliografía estudiada asocia patrones dietéticos cetogénicos, así como, el uso de triglicéridos de cadena media (MCT, por sus siglas en inglés) como herramientas potenciales en el manejo de estos pacientes. Así mismo, la dieta cetogénica, la restricción calórica y el ayuno que produce autofagia, han mostrado resultados prometedores en la calidad de vida y sintomatología asociada a pacientes con enfermedad de Parkinson.4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13,16, 17.

Adicionalmente, se han descrito algunos componente nutricionales  bioactivos que protegen la salud cognitiva, incluyendo vitaminas del complejo B, antioxidantes, selenio, vitaminas D, MCT y ácidos grasos omega 3.3,4

Por otro lado, los trastornos desmielinizantes comandan las alteraciones del sistema nervioso periférico, estos suelen manifestarse por malnutrición crónica, posterior a recibir quimioterapias o después de una infección viral. La restricción calórica, dieta cetogénica y los ciclos de ayuno, así como, algunas terapias horméticas, como la hipertermia, parecen disminuir la tasa biológica del envejecimiento neural y promover efectos antiinflamatorios. Así mismo, las vitaminas del complejo B han mostrado beneficio en relación a inflamación, remielinización, evolución de la fatiga y función visual en este tipo de pacientes. 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26

Por último, cabe mencionar el rol de la neuronutrición en trastornos metabólicos con repercusiones neurológicas de interés clínico, como las acidurias (glutáricas y metilmalónicas), la adenoleucodistrofia, y epilepsias; un abordaje nutricional oportuno y temprano puede cambiar su pronóstico y concomitantes repercusiones en el desarrollo psicomotor y cognitivo. Igualmente, dentro de los trastornos del neurodesarrollo, el trastorno del espectro autista, es actualmente definido como un cuadro neurogastro inmunometabólico otorgándole un rol fundamental a la nutrición.

En conclusión y debido al alcance que supone la neuronutrición en la práctica clínica, es de imperativa necesidad el estudio y difusión de la ciencia aplicada, para que, como equipo multidisciplinario logremos nuestro cometido: un mejor pronóstico y calidad de vida para nuestro pacientes.

Dra. Génesis Tiapa.

Médico Cirujano

MsC en Nutrición y Dietética.